El año 2025 se ha convertido en uno de los periodos más críticos en materia de seguridad en Perú, registrando cifras alarmantes en homicidios que podrían alcanzar un récord histórico. De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Defunciones (SINADEF), solo en el tercer trimestre se contabilizaron 575 muertes violentas, la cifra trimestral más alta desde el 2017, sumando ya más de 3,400 homicidios en los últimos seis trimestres consecutivos.
Durante la primera mitad del año se reportaron más de 1,000 asesinatos, siendo Lima la región con mayor afectación. En comparación con años anteriores, el aumento es notable: entre enero y mayo de 2025 se registraron 921 homicidios, lo que representa un incremento del 21.5 por ciento respecto a periodos similares en años anteriores. Además, en los primeros seis meses se reportaron 161 homicidios más que en el mismo lapso de 2024, reflejando una escalada constante de la violencia en el país.
Analizando los datos desde el 2017, el crecimiento es alarmante. En los primeros cuatro meses de 2017 se reportaron 198 homicidios, cifra que se incrementó a 671 casos en el mismo periodo de 2025, un aumento del 239 por ciento. La frecuencia de estos crímenes indica que, durante los primeros 108 días de 2025, ocurrió un homicidio cada tres horas con 53 minutos, lo que evidencia que la violencia se ha arraigado y convertido en una constante en la sociedad peruana.
Expertos en seguridad atribuyen esta preocupante tendencia a la expansión de la violencia organizada y el fortalecimiento de bandas criminales, que han ganado control en diversas zonas urbanas y periurbanas. Estos grupos no solo operan en actividades ilícitas convencionales, sino que también han penetrado sectores económicos informales, como el transporte público, exacerbando el problema.
Esta dinámica ha provocado que algunas áreas se encuentren prácticamente bajo dominio del crimen, afectando gravemente tanto la estabilidad económica como la política local. Este panorama ha evidenciado además la limitada capacidad del Estado para contener y revertir esta situación de inseguridad creciente.
La escalada de violencia en Perú representa un desafío urgente para las autoridades y la sociedad, que requiere acciones integrales para restaurar el orden y garantizar la seguridad ciudadana.
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